Mis mejores recuerdos de niñez se remontan al 82 cuando con mi hermana Gloria íbamos con una peseta a comprar las "sorpresas" de Can Mariano. Las "sorpresas" eran pequeños tesoros que el Sr. Mariano confeccionaba con papeles de periódico y que contenían vales de regalos tan fantásticos como "un caramelo", "una canica" o "otra sorpresa".
Miles de años después he vuelto a la tienda del Sr. Mariano para redescubrir un país de maravillas que firmaría el mismísimo Tim Burton: el jazmín a 0 euros, el trago de moscatel para la espera, los versos locos de las etiquetas y... ¡las sorpresas! (a un precio hipianamente actualizado de 0,15 euros). Y resucitando desde la trastienda apareció el Sr. Mariano, más mayor pero con la misma amabilidad y simpatía de siempre. El Sr. Mariano, con su particular calma y amor al gesto, me dio una sorpresa y me dijo: "si toca torna quan vulguis, les sorpreses no caduquen".
Pues bien, he esperado hasta las 0:00 del 27 para abrir mi autoregalo de cumpleaños y en estos momentos, con las manos temblorosas y con la emoción del niño explorador, me dispongo a abrir mi preciado tesoro:
¡¡¡ Tres nueces !!! ...
¡ No puedo describir la alegría que siento ! ... Estaba preparado para uno o dos caramelos pero no para tanta abundancia de algo tan riquísimo como las nueces de Viladrau, ji ...
Gracias por la sorpresa Sr. Mariano, tenga por seguro que volveré, porque las sorpresas, como el verdadero amor y como la verdadera amistad, no caducan.