Querido diario: Acabo de llegar a Lisboa, la ciudad soñada. He dejado en el camino sueños y deseos, cristales rotos. A pesar del sol de este bonito atardecer está lloviendo a cántaros sobre los viejos adoquines que voy pisando. Hay pintada la sonrisa de Amor en cada esquina pero estoy sólo y me siento sólo.
Bebiste de aquí y percibo tu esencia en este lugar, una esencia que nunca me llegaste a entregar, un "te amo muito" que nunca llegaste a pronunciar. Me quedaré aquí unos días intentando comprender.
"Explotan las calles y yo estoy aquí, mirando a la gente, soñando en volver.
De las montañas hasta el mar vagando por el frente. Terror a la inseguridad.
Tormenta de vanguardias... nunca llegaste a Portugal."
(Rebuznos de Amor. 1983)