En mi incursión por la India intenté emular a la gente que meditaba en las orillas del Ganges pero no ha sido hasta hoy que he practicado Yoga, en las orillas de la mar salada. Mis instigadoras han sido las simpatiquísimas Nora & Judy ¡ thanks hungarian girls ! y esta inolvidable experiencia me ha permitido descubrir hoy varias cosas:
- He descubierto que mi cuerpo es menos flexible que un bloque de granito.
- He descubierto que tenía algunos músculos sin utilizar (seguro que con las agujetas de mañana me acordaré de ellos y de su santa madre).
- He descubierto que el Húngaro es un idioma (tal cual Eugenio al Búlgaro :))).
- He descubierto un sitio precioso para practicar yoga o lo que sea en silencio (no hace faltar hablar ni Húngaro, ni Búlgaro ni nada, sólo meditar).
Pero ante todo he descubierto que el Yoga te suaviza los sentidos y te devuelve una fantástica sensación de bienestar. Dicen que con un poco de práctica se logra un efecto de libertad total y que se adquiere una reunión de cuerpo, mente y alma con el universo. Yo no creo que llegue fácilmente a esta "salvación" (moksha) pero me conformo con la paz y serenidad que he vivido esta mañana en Barcelona ante las olas saladas del Ganges.
Koszonom Lanyok. Hamarosan talalkozunk. Budapesten..