La partida de mis sobrinos dejó un vacío enorme en el Hostal California. Y de repente todo se llenó de una tristeza que no sentía desde el final de verano azul. Es lo malo que suele tener lo bueno, que se acaba. Se acaba el verano, se acaban las nueces, se acaban las canciones y se acaba lo que se daba. Lo bueno viene y tarde o temprano se va. Aix... echaré mucho de menos a esta tropa de trapo.
Por suerte, mis amigos Marta y Marc me han dejado en custodia a Kafka, un “happet” muy especial que ha llenado el Hostal de alegría. Sólo han sido 5 días pero he vivido grandes aventuras con este rastreador. La azaña más espectacular, el encuentro de una lámpara mágica que convierte en realidad los deseos que le dejas escritos en un papel. Quien no se lo crea que se lo pregunte a Kafka o a mi vecino Isaiah que ya han solicitado huesos y manzanas respectivamente.
Gracias Marc y Marta por la confianza, gracias Kafka por la compañía y gracias Isaiah por contarme como funciona la lámpara mágica, yo también le pedí un deseo... we'll see...