Después de 3 días muy intensos en el seminario iberiamericano de las TIC, he destinado la tarde de este sábado a seguir una de las recomendaciones del compañero Hugo Pardo: visitar El Metrocable de Medellín. Debo reconocer que no he hecho caso al 100% de la recomendación de Hugo dado que, a pesar de sus advertencias, he visitado el Metrocable sin acompañánate, cámara en mano y metiéndome en las zonas más “peligrosas” de La Comuna. El resultado, una experiencia personal inolvidable y el descubrimiento de una de las intervenciones urbanas y sociales más increíbles que he visto jamás.
El Metrocable, construido con personal de la zona, moviliza cada mes a un millón de usuarios que habitan en la zona más densamente poblada y deprimida de la ciudad, pero también ha servido como mecanismo de pacificación entre las bandas de esta zona, que antes del Metrocable, era una de los puntos más conflictivos del planeta.
Y lo realmente bueno del proyecto del Metrocable es que no termina en el propio sistema de transporte sino que se han realizado excelentes intervenciones de mejoramiento y reubicación de la vivienda así como la construcción parques o la fantástica Biblioteca que ofrece talleres de formación e información. De hecho me han contado que se ha realizado 7 veces más de inversión (la mayoría privada) en los proyectos urbanos integrales que en la propia construcción del Metrocable.
No se como eran antes los habitantes de esta zona tan desfavorecida pero debo decir que, a pesar de la dureza del entorno, hoy he visto a muchas sonrisas en las caras de estos lugareños. Personas que, no tienen alas, pero que ya pueden volar.
Que tomen nota los Dreamers de Imagine, el proyecto del Metrocable es un ejemplo extraordinario de cómo se puede cambiar el mundo.